Niños y animales: Más que simples amigos
Los especialistas señalan que tener una mascota puede significar para un niño una fuente de muchas riquezas. Además de gozar de la compañía de un perro o gato y de entretenerse jugando, aprenden a cuidar y preocuparse de otro ser vivo, y entender la vida y la muerte. Asimismo, afirman que los ayuda en la expresión de las emociones; alegría frente a las gracias inesperadas de su animal y pena cuando están enfermos.
Autoestima y mascotas
Los especialistas plantean que tener una mascota mejora la autoestima del niño. En su relación con un perro o un gato el animal lo escucha y lo acepta sin emitir juicios de valor, entregándole afecto y amor incondicional. Los cuidados y atenciones que demandan las mascotas hacen que el niño se sienta útil y genera una estrecha relación entre él y el animal, en la que ambos intercambian cariño y emociones. Las mascotas son para ‘su amo’ una constante fuente de motivación.
La convivencia con las mascotas contribuye a que los niños aprendan valores positivos como el respeto hacia los animales y la vida, la amistad y el amor, crea sentido de responsabilidad y promueve la comunicación entre padres e hijos, lo que fortalece la autoestima en los niños.
A través de las mascotas los niños ejercitan la comunicación no verbal y aprenden a descubrir lo que les sucede sin necesidad de palabras. De la misma manera descubren que las señales de la mascota son distintas a las de una persona.
Las mascotas estimulan el contacto social, ya que permiten que los niños compartan con otras personas anécdotas y experiencias sobre el animal, ampliando su círculo de amistades. Asimismo, el cuidado y el cariño que le brindan a una mascota lo ayuda a desarrollar una mayor empatía y actitudes positivas, y aprenden a actuar de la misma manera con las demás personas.
La muerte de una mascota
Los niños más pequeños -8 meses- son los que primero se interesan por los animales; especialmente por los más pequeños. Sostiene que “es especialmente útil en el caso de hijos únicos tener una mascota, ya que le entregan el afecto y los juegos que no tiene en ausencia de un hermanito.
Los animales soportan de los niños cosas que no tolerarían de los adultos. Los pequeños hacen rabiar y a veces les pegan a sus mascotas y a pesar de eso los animales siguen queriéndolos, porque sienten un gran intercambio de vitalidad entre ellos y los niños.
Respecto a la muerte de un animal, se afirma que esta experiencia le permite al niño descubrir que la muerte es parte de la vida. Si bien no podría entender todavía la muerte de los padres, sí puede admitir la muerte de los que ama bajo estas formas de seres vivos, cuya desaparición los ha separado de él materialmente pero no en el recuerdo.
No se recomienda reemplazar de inmediato una mascota. El niño debe vivir la pérdida y extrañarlo por un tiempo, porque si después muere un miembro de su familia nadie podrá comprarle otro.